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Desde Darwin hasta Dawkins (pasando por Mendel)

Desde Darwin hasta Dawkins (pasando por Mendel)


Richard Dawkins (ver su web) es un personaje que levanta pasiones, a favor y en contra. Para algunos informáticos que se inspiran en los procesos biológicos, se trata de un genio que les ha facilitado el mecanismo para generar una nueva "inteligencia artificial", la selección darwiniana. Para otros, fundamentalmente humanistas, es un demonio cuyas ideas son escandalosas. Es considerado popularmente un sociobiólogo, aunque la sociobiología más que una ciencia es el título de un libro de E.O. Wilson, pero la tesis de Dawkins, llamada teoría del gen egoísta/fenotipo extendido es una aproximación más naturalística que sospechosamente ideológica y política, como es la de Wilson (1).

Eentre los biólogos sus principales críticos son el grupo de S. J. Gould y R. C. Lewontin (2), y las armas que esgrimen contra la sociobiología en general son, fundamentalmente: un adaptacionismo extremo (que todos los rasgos son adaptaciones con un propósito) y su atomismo genético (que hay genes que actúan independientemente para cada rasgo). Pero realmente la teoría de Dawkins no depende de ninguno de esos supuestos, como explica él mismo en las notas finales de su libro El Gen Egoísta. Lo verdaderamente importante es su definición del gen como unidad de selección y replicación, no unidad de propósito, ya que como diría J. Monod (3) el aparato teleonómico es el individuo (o en ciertos organismos eusociales como hormigas y abejas, la colonia). Los genes no controlan nuestras vidas ni nuestras acciones, solo controlan el desarrollo embrionario y una vez construido el individuo este actúa con tanta libertad como le permita su sistema nervioso (en el caso del ser humano, quizás ilimitada), pero a la siguiente generación pasan ellos, no nosotros. La visión mediática del organismo (tan escandalosa) "solo somos vehículos", eso si muy complejos, no es mas que ortodoxia más o menos implícita. A finales del S.XIX, un discípulo de A.Weismann, padre de la teoría de la línea germinal (que sirvió para desterrar teóricamente la herencia de los caracteres adquiridos), afirmó que "el huevo no era más que un medio imaginado por la gallina para que se ponga otro huevo" (4).

En mi modesta opinión Dawkins ha explicitado lo que parte de la biología implicaba, y su mérito es muy grande, aunque su crítica exacerbada pone de manifiesto la hipocresía de la cultura que acepta "hechos" científicos, pero tiene miedo de las consecuencias filosóficas. Hay que enfrentarse a la nueva visión de la vida y de la propia humanidad que la ciencia contemporánea nos aporta, como única alternativa válida a las religiones, los sectarismos y las pseudociencias.


Jorge González Casanovas (Biólogo)

NOTAS

(1). Wilson se define políticamente como neoliberal, mientras Dawkins, en las notas finales de El gen egoísta (1989, Salvat. pag 342, nota 2 ) dice haber votado al partido socialista. Se lamenta de que el gobierno de la "nueva derecha" haya elevado la mezquindad y el egoísmo al status de ideología, y lamenta la asociación de sus palabras con este tipo de pensamiento. El no defiende una moralidad basada en la evolución (pag. 3) (2)( lo que si parece pretender Wilson con su "ética genéticamente correcta").

(2) Lewontin, R.C. et al.1996. No está en los genes. Grijalbo-Mondadori. Barcelona.

(3) Monod, J. 1988. El azar y la necesidad.Tusquets. Barcelona.

(4) Ruffié, J. 1988. El sexo y la muerte. Espasa-Calpe. Madrid.


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RESPUESTA DE UN BIÓLOGO (ANÓNIMO)


¿Por qué no me gusta El Gen Egoísta?


En una reciente encuesta llevada a cabo por una gran cadena de librerías británica, en colaboración con un canal de televisión, se preguntaba por los 100 libros mas influyentes del presente siglo. Entre los elegidos, Una breve historia del tiempo de Stephen Hawkins (número 79) y El Gen Egoísta de Richard Dawkins (numero 91) eran los únicos que pueden considerarse libros de ciencia. De una encuesta de este tipo, evidentemente, se puede extraer muy poco. Pero sí que es obvio, por un lado, que el gran público no valora -o no usa- la literatura científica de modo apreciable (ciertamente mucho menos de lo que debiera) y, por otra parte, que el libro de Richard Dawkins conectó con el público de un modo excepcional. Desde la publicación de El Gen Egoísta en 1976 (y de varias secuelas y libros basados en similares planteamientos que han reforzado su impacto original), Richard Dawkins se ha erigido como uno de los principales portavoces del gran público en materias científico-evolutivas, e incluso sociológicas. La influencia de este libro no debe despreciarse. De entre las personas que han tenido algún tipo de contacto con la literatura científica en materias evolutivas y que opinan en las conversaciones informales sobre estos asuntos, una "investigación" superficial revela que El Gen Egoísta es el único material que estas personas han leído (en la mayoría de los casos), o al menos está entre los libros de referencia principales (en la minoría). Las facultades de Biología, y los colegios profesionales de Biólogos, rebosan de ávidos lectores y ex-lectores de El Gen Egoísta que, en muchos casos, no han leído ni leerán jamás El Origen de las Especies. En mi experiencia, no puedo dejar de enfrentarme a los "pues yo lo leí y me impresionó un montón" y los "pues a mi sí que me gustó, y mucho" cuando digo, y sin ningún pudor, que a mi no me gusta El Gen Egoísta.

El gran aporte original de este libro es sugerir que la evolución sucede no a nivel de individuos mas aptos en unas circunstancias concretas, que dejan mas descendencia, sino a nivel de genes que utilizan a estos individuos como simples "robots" o contenedores temporales. "Somos máquinas de supervivencia, autómatas programados a ciegas con el fin de perpetuar la existencia de los egoístas genes que albergamos en nuestras células", dice Dawkins al comienzo del libro y nos sumerge poco a poco en su original cambio de escala evolutiva. Y si no se ha leído previamente a Dawkins, uno puede incluso sorprenderse por este tipo de afirmaciones.

Ahora bien, y paso ya a lo que no me gusta de este libro. Para desarrollar esta original hipótesis, lo primero que hace Dawkins es redefinir el concepto de gen, con un significado distinto del normalmente usado en genética. Esto tiene cierta importancia, ya que el desarrollo de sus argumentos -siempre con una vehemencia que raya en el evangelismo y con variedad de recursos literarios que "enganchan", "apasionan" y "encienden bombillas" a los neófitos en evolución e historia natural- conduce a la difusión de un concepto erróneo en una materia importante, y ya de por si confusa y mal comprendida. A continuación, y por si esto fuera poco, para explicar la evolución de caracteres complejos en base al egoísmo de sus "genes", Dawkins ha de elaborar una enrevesada teoría de auténticas alianzas entre "genes", colaboraciones e interacciones extremadamente embrolladas que actúan sincrónicamente para modelar los caracteres evolutivos complejos (o sea, todos). Pues bien, hace ya mucho tiempo que a las colaboraciones e interacciones extremadamente complejas de genes, las llamamos organismos. Su cambio de escala evolutiva parece pues, como mínimo, innecesario.

Por otra parte, el abuso de Dawkins de buscar una ventaja adaptativa y una historia basada en ella, a todos los rasgos -anatómicos, fisiológicos y, especialmente, etológicos- de un organismo, difunde peligrosos prejuicios de funcionalismo, panadaptacionismo, voluntad de superación, existencia de una "escala evolutiva", y determinismo biologico -este último alimentado enormemente por el concepto de "robots" programados por nuestros genes. Dawkins ilustra la evolución como una maquina implacable de selección del mas apto, que lenta y gradualmente determina todos los rasgos. Sin sitio para el azar, con la victoria final, sistemática, de los "chicos buenos" (los más listos, los más fuertes, los mejor preparados). Este darwinismo ultraortodoxo y fundamentalista esta proximo a la obsolescencia, y cierra la mente mediante prejuicios a conceptos importantes como el caos, las extinciones en masa, el azar de la evolución, la provisionalidad y contingencia de muchas grandes tendencias evolutivas.

Un lector típico de El Gen Egoísta, sin ninguna base previa en evolución y darwinismo, adquiere de modo casi infalible una serie de prejuicios y un modo de pensar. Este modo de pensar en evolución puede parecer satisfactorio al lector, ya que por fin encuentra un sentido a muchas preguntas que nadie antes le ha contestado. Por eso, el neófito se aferra a estas explicaciones, o a explicaciones similares ante nuevas incógnitas evolutivas, sin plantearse otras posibilidades; se le han abierto los ojos. Pues bien, la mayor parte de estas explicaciones son puras especulaciones, aunque -eso si- tienen mucho sentido, son muy lógicas. Richard Dawkins tiene una excepcional capacidad para simplificar, una virtud innegable que es el poder de divulgar ideas extremadamente complejas, liberándolas de toda la jerga técnica y haciéndolas sencillas y asequibles al gran público. Ante estas poderosas herramientas literarias, y tratando de temas tan apasionantes como la Historia Natural, el lector no prevenido se creerá todo lo que Dawkins escribe y lo hará suyo. A veces, sería mejor decir que la evolución incluye tal vez las mayores incógnitas de la historia natural, y que necesitamos una mente libre de cualquier tipo de prejuicios para comprenderla. Mejor, al menos -y ésta es una visión escéptica- que achacarlo todo a los genes egoístas.

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